Pruebas ADN revelan que los humanos introdujeron peces en los Pirineos en el siglo VII, 700 años antes de lo que se pensaba

El lago Redón, en el Valle de Arán, donde se ha llevado a cabo la investigación.

Alberto Gómez

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El ser humano podría haber introducido peces en un lago catalán, de manera intencionada, en torno al siglo VII y tal vez con la intención de disponer de alimento mientras pastoreaba el ganado de ovejas. Pero unos centenares de años antes de lo que se había certificado hasta ahora a través de los primeros documentos históricos.

Es la principal conclusión de una investigación acerca de la actividad en los Pirineos, estudio liderado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y en el que también han colaborado la Universitat de Barcelona, el CSIC, el Instituto Nacional de Biología de Eslovenia y la Universidad Edith Cowan de Australia. 

El lago en cuestión es el Redon, situado en el Valle de Arán, en la provincia de Lleida. Y el descubrimiento lo han provocado restos de ADN de parásitos de peces, que dejaron una impronta en las capas de sedimentos del lago y que los investigadores llevan años estudiando. 

El factor humano

Se trata de un lago de origen glaciar situado a 2234 metros de altitud y forma parte de una región que tenía zonas de pasto que los habitantes de la época tardo-romana y visigoda utilizaban para el ganado. Con dicha altitud, se puede intuir que cualquier cambio que se produzca en el ecosistema es más fácil de atribuir a factores ambientales o humanos, como la introducción de peces o el pastoreo. 

Pero llegar a todas conclusiones no ha sido, ni mucho menos, fácil, ya que los investigadores han rastreado la historia escondida en un testimonio de sedimento del lago que abarca 3.300 años de antigüedad en tan solo 30 centímetros. Y es que, además, los sedimentos no suelen conservar bien el ADN de peces y se puede perder, por lo que los tozudos expertos analizaron el ADN de los parásitos de los peces, que sí estaba bien preservado.

“Los peces no tienen manera de acceder a los lagos de alta montaña y solo pueden llegar ahí si alguien los lleva”, ha explicado Elena Fagín, investigadora del CREAF y una de las autoras principales del estudio. Hasta ahora se había certificado la presencia de peces en lagos europeos durante los siglos XIV y XV, pero gracias al hallazgo del ADN en los sedimentos dicha presencia se ha situado antes. 700 años antes, concretamente.

Con este estudio se ha ido un paso más allá y los investigadores han empleado, por primera vez, fragmentos del ADN de ectoparásitos. Lo valioso de estos sedimentos se ha traducido en una exitosa investigación: cada 3 centímetros de sedimentos, aseguran los investigadores, contienen unos 100 años de historia. Además de la presencia humana, el hallazgo permite descifrar cómo influye el cambio climático y la actividad humana en el ecosistema.

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